Una vez escuché a Jorge Valdano decir algo así como que "el fútbol es un estado de ánimo". Yo creo que todo lo que tiene ver con la economía y la gestión empresarial tiene también mucho de Estado de Ánimo...

lunes, 20 de julio de 2009

Argentina

Según explico Xavier Sala la semana pasada en la Fundación Del Pino, España corre el peligro de argentinizarse, es decir, de no pagar su deuda pública en algún momento futuro.

El economista defiende que el riesgo es serio y ya lo está notando la deuda pública española de duración media-larga. Efectivamente, en los últimos doce meses escasos el diferencial a 10 años con Alemania de los bonos ha pasado de 33 p.b. a 78 p.b.

En las crisis anteriores a la implantación del euro, la opción recurrente era devaluar. Ahora esta alternativa es inviable, entre otras cosas, porque haría falta mayoría cualificada en el Congreso y la oposición.

Cierto es que la política de gasto público está disparando el incremento de la deuda que algún día habrá que pagar. Estados Unidos utilizará la inflación como método de escape ya que subir los impuestos es inviable en ese país.

España no tiene esta flexibilidad al estar en el euro. Alemania ha dejado muy claro que no está por la labor de utilizar la inflación como vía de salida, lo que hará inevitable el aumento de impuestos. España se encuentra en una situación similar a cómo se encontraba Estados Unidos en el 29, con un déficit por cuenta corriente del 10% y la productividad en mínimos.

Para salir de ésta situación la mejor solución es incrementar la productividad en el corto-medio plazo y para ello haran falta durante largos años potentísimas políticas de I+D y educación.

Y para poder financiar estas políticas habría que, además de subir la carga impositiva, reducir el gasto público de sitios muy sensibles en términos sociales y políticos, como funcionarios, pensionistas, algo inimaginable políticamente, porque sacrificaría el crecimiento a corto plazo durante mucho tiempo, algo inviable para el que pretenda ganar las siguientes elecciones.

El coste político de reducir gasto público será enorme y nadie lo hará si no hay un Pacto de Estado que parece improbable a día de hoy.

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